Vivimos en un mundo que nos obliga a definirnos, a categorizarnos. Nos obligan a entrar en clichés. Ya sea en sentido figurado o real, es inevitable preguntarse por la identidad y procedencia de nuestr@ interlocutor@. Lo que os puedo decir es que escribo a martillazos desde niña y me llegará la vejez y seguiré con este ejercicio tan real y tan duro a momentos. Podría decir cómo me llamo y a qué me dedico, pero sería entrar en un cajón que no creo necesario para el entendimiento de lo que aquí se expone.
La escritura me ha ayudado a conocerme unas veces, a desconectar de la realidad, otras y, en ocasiones, ha estado a mi lado en lo que a reconocer situaciones se refiere. Podría decir superarlas, pero hay muchas de éstas que nunca se superan, únicamente convivimos con ellas.
Así, soy una persona que lleva la escritura en cada uno de los milímetros cúbicos de su sangre.
Disfrutémonos, pues, leyendo e interactuando en este recoveco virtual.