Quiero confesarte algo,
Después de innumerables meses,
Tras las risas intercambiadas
Y las esperanzas estrelladas:
Me alimento de ti,
Soy un caníbal hambriento
Me alimento de tu aliento,
De tus manos y brazos.
Me nutro de tu vida
Y la vuelco en la mía.
No abras la puerta, cariño,
Soy el lobo feroz que palpita
En un cuerpo de ternero
Qué importa ya si lo que se me ocurren
Son mierdas.
Qué importa si dejo caer la lluvia en mi copa
Para luego vomitar sobre el papel
Algo que pretende ser una letra.
Qué importa si tengo la cabeza jodidamente desquiciada
Y me alimento de tu sangre para poder respirar.
Qué más da si soy una cobarde
Y escupo en papel
La sílabas que no puedo decir,
Mirando, fijamente, a tu ventana.