Esta madrugada, a las 3, me ha zarandeado el hombro un ogro, Enorme, con la piel podrida y el cuerpo encorvado. Me ha despertado con una carjada de aliento fétido. Me he vuelto a sentir diminuta y mi niñez veo en el reflejo de su sudor. Las lágrimas, sin arnés, se escapan por mis ojos, …